domingo, 13 de febrero de 2011

El Principito de mi niñez...

Llego tarde a la semana del gusto de Mi querida Maria Jesus de Paradela, pero no queria dejar pasar el ultimo día...

Y es que a mi tmb me gusta comer, beber y El Principito.

Leí ese magnifico libro cuando tenía unos 7 u 8 años, siendo estudiante de primaria... recuerdo haberlo amado y durante largo tiempo sonreí mirando las estrellas en busca de la que perteneciera a aquel joven rubio que nunca dejaba que le evadieran sus preguntas.

Entonces... ya estando en la preparatoria, siendo una hermosa joven princesa de 15 años (la modestia aparte, claro) volví a leer aquel viejo libro... pero vaya sorpresa me llevé al final. Yo leía y leía con angustia mientras pensaba "no se muere... él regresaba a su planeta, lo recuerdo..." claro que lo recordaba, tal y como recuerda una niña de ocho años... pero entonces lo vi con claridad o creí hacerlo y lloré, mucho lloré.

Ahora la princesa ha crecido... y ha leído el libro nuevamente, ha llorado nuevamente y además ha anhelado volver a tener esa inocencia y poder creer que, aunque el Principito había sido muerto por una feroz serpiente, él en realidad, de alguna forma, había encontrado la forma de regresar a su planeta...

Eso es lo que me gusta, poder soñar aunque la gente diga que ya estoy grande para hacerlo. No me importa. Es tan triste que la gente crea que hay una edad para dejar de soñar... tan triste como pensar que el Principito nunca logró regresar a su hogar...

http://paradeladecoles.blogspot.com/2011/02/me-gusta.html

2 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Yo lo he visto, Princesa: él anda por ahí, pensando en su rosa y en princesas como tu.
Y quiero decírtelo. Para que dejes de llorar.
Búscalo en tus sueños.

Melian Tsukino dijo...

Soñar es un lujo que todos podemos darnos, pero que muchos evadimos por el alto precio que se pudiese llegar a pagar por ello. No puedo darte mejor consejo que el de invertir en sueños, en pensamientos y quimeras que a los demás podrían parecer absurdas, pero que a algunos otros simples mortales como nosotras, nos muestran prados de felicidad y futuros que alcanzar; soñar no es cuestión de edad, sino persistencia, de deseo, de ganas de volar por la vida que es tan hermosa y espinoza a la vez, como aquella bella flor del principito, que sin lugar a dudas, a mi también me gusta creer que volvió a su planeta con su amada, egoísta y aún así perfecta compañera.