Cuando era niña yo quería ser niño...
No fue hasta la educación primaria que lo desee de verdad. En el preescolar no hay mayor problema, todos corremos para un mismo lado. Jugar al escondite era algo asexual, y si subímos a un árbol las maestras corren despavoridas a bajarnos a todos. Y entonces ponemos caras de inocencia y estamos perdonados Porque somos tan tiernos los unos como las otros.
Decir, "Todos" o "nosotros" cuando somos más niñas que niños no es motivo para una discusión feminista acerca de lo machista de nuestro léxico.
Todo está bien...
Entonces llegué a la primaria, donde tuve que cambiar el simple mandil que llevaba sobre la ropa por una falda y unas calcetas blancas que se ensuciaban con una facilidad casi inverosímil. Al principio me agradó, me sentía mayor por el sólo hecho de ir a la primaria y ser "una niña grande" pero la primera vez que intenté subir a los arboles del patio todos los niños me vieron los calzones y tuve que vivir con burlas por un par de semanas. (sin contar que las dichosas calcetas terminaron más negras que en un día promedio) Pero de todo se aprende y entonces mi madre sabiamente me aconsejo llevar un short bajo la falda que me permitiera no pasar vergüenzas.
Las cosas no estaban tan mal...
Ya iba yo en el segundo año de primaria y mi inclinación por jugar con niños en lugar de niñas empezó a resaltar un poco.
-¿Porqué no juegas con las niñas? -me preguntó mi mamá
-¡Porque no les gusta ensuciarse!
Así de simple. Si me lo preguntan me parece una respuesta bastante clara y lógica. Sin embargo... no era la respuesta correcta. Mi mamá (que por ese entonces padecía del mal carácter post-divorcio) me dio el sermón de mi vida, con la premisa de que tampoco a mi debería gustarme ensuciarme. Dijo algo de las pobres calcetas blancas a las que tanto cariño les tenía y de lo raspadas que ya estaban mis rodillas.
-¡Nunca vas a poder usar falda! -se burló mi hermano de 18 años. Lo miré confundida preguntándome si no era bastante clara cuando decía lo poco cómodas que eran las faldas.
Amaba el Fut bol, y decía ser el mejor portero del mundo.
-Portera -me corregía mi mamá
-¡Jorge campos es portero no portera!
Al menos eso le resultó divertido. Había niñas en mi clase, a las que ni siquiera las dejaban jugar pelota con los niños.Yo tenía a la mejor mamá del mundo en comparación.
Pero en tercer año las cosas cambiaron. Los regaños por las calcetas blancas se volvieron gritos, regresar con las rodillas raspadas ya no le resultaba gracioso, y hasta mi manera de sentarme era motivo de discusión.
Y entonces aquella pregunta inicial perdió sus signos de interrogación en alguna parte del camino y se volvió en un "deber".
"¡Las niñas juegan con niñas!"
Y entonces comencé a decirlo.
-Pues entonces yo quiero ser niño
Si mi hermano el menor o alguno de mis compañeros de clase querían hacerme rabiar simplemente tenían que decirme "Eres niña". La primera vez que no me dejaron incluirme en el grupito de niños por ser mujer llore todo el recreo en los sanitarios. Un día un niño me repitió tantas veces el "insulto" que estuvo apunto de hacerme llorar en frente de todos, al notarlo cambió su "Eres niña" por un "¡quiere llorar, la niñita quiere llorar!". Error.
Estuve en la dirección, ese día me gané mi primer reporte, muchos gritos y una semana sin televisión. Sin embargo al dia siguiente el niño no se me acercó. Recuerdo haberme sentido como un brabucón de chamarra de cuero que había visto en una pelicula mientras pensaba de manera altanera "¿alguien más aquí cree que soy niña?" Claro que no.
Tercer y cuarto año fueron los mejores en esa escuela. Mis amigos me respetaban y me seguían. Si alguien se metia con ellos yo los defendía, si veía a un grandulón agredir a un pequeño me le ponía a su altura. Se decía que yo me la pasaba metida en peleas, realmente solo recuerdo 3... después ya nadie se metió conmigo.
Había un grupo de niñas que llevaban sus conocidas muñecas Barbies a la escuela para jugar en el recreo, un día una de ellas se acercó a la cancha de futbol en medio de un partido.
-¡Juego! -gritó ella
-Lo siento las niñas no juegan -dijo el Capitan del equipo
-¡Pero Scarleth está jugando! -Se quejó ella con voz chiyona
-¡Pero ella no cuenta! -le contestó él
No habría forma de describir mi sonrisa en aquel momento. pero sí puedo decir que en ese partido no me metieron ningún Gol. ¡¡Por fin lo había logrado!! Sé que a algunos eso podría resultarles ofensivo pero para mi era el mejor alago que nunca jamás me habían hecho.
Las cosas no permanecieron así mucho tiempo. Ya desde que entramos a quinto la "epidemia" de la mesntruación femenina comenzó a invadir nuestras clases, incluso nuestras platicas. Los niños no se enteraban pero las niñas solo hablaban de eso. Cuando a
Ce y a
Ene (dos niñas que no eran tan desagradables como el resto) les sucedió dejo de ser solo un mito para volverse una realidad.
-¿Y entonces cuando te llega te conviertes en mujer? -le pregunte a mi profesora y ella me contestó con un gran "así es"
Y como la gripe a una tras otra les fue llegando... "Ya eres una señorita" les decía la maestra felicitandolas y entre ellas cuchicheaban que ya eran mujeres adultas. Yo me sentía inquieta... y se lo platique a Isaac. Aquel capitán del equipo que hacia tiempo se había convertido en mi mejor amigo.
-Tranquila -me dijo- Mi mamá dice que las cosas que les pasan a las personas les pasan porque quieren. entonces como tu no quieres no te va a pasar.
Me alegré. Si la mamá de Isaac decía eso, debía ser verdad.
Pero había algo diferente... ya no era desagradable quedarme con Ce y Ene en las gradas a platicar aunque me perdiera un partido, me miraba al espejo y ya me preocupaba por el desastre que era el cabello de la la que me regresaba la mirada, y además la cercanía con el capitán del equipo ya me intimidaba un poco.
-¿No creen que el capitan tiene una linda sonrisa?
Creo que esa fue la frase del cambio. Porque sólo unos días después de notar la sonrisa del capitán, pasó lo inevitable.
Mi regla llegó y con ella la constatasión de un hecho irremediable. A pesar de todo mi trabajo, a pesar de todo lo que me había esforzado, al final Scarleth, el mejor portero del mundo... era niña.
¿A que vine esta larga entrada? Bueno... viene a que si me hubiesen dicho en aquel tiempo que hoy, unos cuantos años después (pocos, claro) estaría festejando ser mujer le hubiera roto la cara como a aquel que me dijo que era niña.
Pero eso es la evolución, tanto personal como social. Porque aun puedo parar un balón en una portería y además hoy en día soy una buena pareja de baile, no le tengo miedo a la suciedad pero también aprendí los beneficios de usar un buen perfume, sigo odiando las faldas (aunque a veces son muy convenientes he de admitir) y puedo verme sexy y femenina en un par de jeans bastante cómodos.
Puedo ser niña si quiero, volverme mujer en un pestañeo... y disfrutarlo. Ya no quiero ser niño, y el ultimo beso que he dado me hizo sentirme afortunada de no serlo.
Un tanto atrasado... pero Feliz día de la mujer para nosotras!!!!!